potasio.

El realizador caprichoso

[Esto lo escribo porque me gustaría recordarlo más adelante. Por eso lo escribo ahora, que todavía no se me suben los humos a la cabeza; Es por si acaso, no se si algún día pase. Ojalá que no.]

Si tengo algún recelo con respecto al cine, es la personalidad egoísta en muchos casos de los realizadores que en su obra solo buscan trascender como un nombre, para un uso, fin y objetivo meramente personal, desvirtuando así la condición artística del cine, pasando a ser manufactura y, peor que eso, producto de marca. cine de autor.
En manos de un realizador caprichoso, no hay ningún fotograma que no esté lleno de otra cosa que no sea él mismo. Cuando se filma pensando y esperando que el resultado quepa siempre entre las manos del director, se está limitando a una obra a ser lo que el autor desea que sea, ni más ni menos, privandola de toda posibilidad de significancia adicional al originalmente dado; Unasola lectura, una obra maniatada. Un realizador caprichoso nunca hará lo que la obra le exija, si no que le exigirá a la obra hacer lo que él estime conveniente.
Sabiendo que, probablemente existan muchas más clasificaciones de realizadores caprichosos, yo sólo recurriré a los dos extremos de la cuerda: El Populista y El Intelectualoide.

El Realizador Populista

En la obra de un realizador populista no hay intención, no hay fondo ni necesita ir más allá. El realizador populista no dota de humanidad a sus personajes no de dinamismo a sus relatos, si no que ambas funcionan dentro del material como automatas en función al capricho y a la estructura rígida para componer una historia.
En la vacuidad de la estructura del personaje puede el espectador llenarlo como un vaso vacío con intenciones propias, lo casualmente oportuno de la estructura narrativa no fuerza, de hecho ni siquiera sugiere al espectador a cuestionar, preguntar, a involucrarse más allá de lo que el realizador le permita; Todo lo que sucede en la pantalla es prosa, prosa de la más directa, explicativa e informativa, para que la mayor cantidad de gente grabe en sus retinas el nombre impreso de matríz del realizador, para que el autor vea en mil retinas su propuesta inicial calcada, sin ningun matiz, sin ninguna cuestión, sin ninguna trascendencia.

El Realizador Intelectualoide

En el otro extremo de esta clase de realizadores se encuentra el que sistemáticamente acaba de tal modo que su firma quede impresa de una forma distinta a la convencional, de tal forma que el material necesita al espectador dentro, preguntandose, cuestionandose y cuestionando el contenido.
Sus realizaciones suelen abarcar temas inmensos, tópicos de reflexión y meditación, preguntas existenciales, y sin embargo, a pesar de la profundida y suaparente diferencia al género convencional, son obras bastante conservadoras: Toda distinción es efecto de un modelo tan maquinal como el del director anteriormente señalado, puesto que ámbos buscan un fin común: Trascender como autores.
El sistema del Realizador Intelectualoide no es más que el sistema convencional aplicado a la inversa, comprendido al revés; He ahí su falsa intelectualidad, pues no ha buscado nuevas formas de estructurar, si no que sólo ha invertido el proceso normal.

Quisiera llamar a todo realizador a no caer en el innecesario capricho a la hora de crear, me gustaría llamar a los realizadores a evitar la egolatría y a aprender a mirar sus obras con cariño más que con orgullo: Aún se puede hacer cine sin creer que el mundo comienza y acaba en uno, aún se puede hacer cine sin seguir formulas acabadas y archiestudiadas, aún se puede hacer diferencia sin quedar pasado a vanguardia podrida; Aún podemos hacer buen cine.

No hay comentarios: